CRÓNICAS

El cantante de la calle

Por: Lizeth Cano Mesa

lizethcanodc@gmail.com

Sus ojos negros brillan al compás de cada nota que interpreta con la guitarra que siempre lleva a cuestas, y su pelo crespo se agita suavemente sobre su delgada figura. Es un hombre de gustos clásicos, quien ya cuenta 37 años de edad y quién sabe cuántos más por cantar.

 

Ferney Alberto García Ramírez, padre de dos hijos, músico y trabajador urbano, nació en Medellín en 1975 en una familia que tenía todos los recursos económicos para llevar una vida cómoda. Sin embargo, al cumplir los 22 años de edad empezó una etapa de su vida ligeramente caótica, en medio de las drogas, cierta independencia y mucha rebeldía, por lo cual fue “echado” de su casa. En adelante, el hombre encontró en las calles un nuevo escenario para enfrentar los diversos azares de la vida.

 

Canciones de grupos como Led Zeppeling, The rolling Stones y One de Metállica, fueron el detonante para que Ferney se dejara influenciar abiertamente por estos géneros. Es entonces como, aprovechando la “vena familiar” -pues su abuelo era tiplista de música tolimense- y su pasión por la música, empezó a tocar punk y rock con su guitarra.

 

A sus 20 años, había empezado a trabajar en restaurantes, bares y tabernas para enfrentar la vida. Sin embargo, tuvo que adaptarse a los gustos de la gente y aprender a tocar temas más variados, incluso, música colombiana tradicional.

 

En sus recorridos ha podido viajar por varias ciudades de Colombia. En Bogotá conoció a Efrén Pérez, quien le enseñó a hacer punteos de bambuco, guabina, pasillo y tango durante los dos años que estuvo viviendo allá. Además, tuvo la oportunidad de estudiar en la Academia de Artes Luis A. Calvo, y formarse en teoría musical sobre armonías y escalas, el pentagrama y el solfeo.

 

Desde hace 17 años, todos los días, “la Oruga” –como fue apodado por sus amigos- se levanta muy temprano para prepararse e ir a trabajar. A las 8 a.m. llega a la Avenida Oriental y se toma un café. Luego, con guitarra en maño se monta en la ruta Circular-Sur o Laureles para ir hasta Sandiego, canta dos o tres canciones y recoge las monedas que la voluntad de las personas permita. Él busca que la gente se olvide de su trajín cotidiano por unos minutos y refrescar el ambiente.

 

Al bajarse de su primera ruta, Ferney se sube en otro bus que lo lleve hasta Monterrey y de ahí hasta la universidad EAFIT, para llegar finalmente a Envigado. La rutina la repite tres veces en la mañana, porque sabe que al medio día los restaurantes empiezan a “cuajar” y tiene sitios fijos para ir y continuar con su trabajo.

 

Fue en 1995, mientras estaba tomando vino y fumando con unos amigos en el parque Lleras, en medio de una “recocha” y punteos de canciones, que decidieron empezar a “montar” su propio grupo musical en aras del amor por el blues y el rock and roll. Así crearon Adicción Azul, una banda que relata historias urbanas y vivencias personales de cada uno de los integrantes. Lo que Ferney crea, lo que inventa y lo que compone es blues mezclado con jazz, pues hacen parte de su personalidad.

 

En sus rutas por los buses o restaurantes, sale algunas veces con “el rubio”; otras, con un violinista tocando música andina, boleros o lo que su público les pida. Al terminar, agradecen a los dueños y aquellos que, con todo respeto, los supieron escuchar: “Buenas tardes, muchas gracias a todos por el aporte voluntario al artista”, dicen al terminar su repertorio.

 

Por las tardes, Ferney dicta clases particulares de armonía o guitarra, incluso, en ocasiones lo contratan para dar serenatas. Después, se encuentra con sus compañeros de la banda y ensayan por un par de horas las canciones; pasa al Parque del Periodista, se toma unas cervezas y regresa nuevamente a su casa. Los fines de semana, se va para los restaurantes de Santa Helena y Llano Grande donde conocen su trabajo. Plácidamente logra hacerse entre 30 y 50 mil pesos diarios para pagar sus gastos y “pasar vacano”.

 

Los viernes sale con uno de sus amigos, un flautista o un guitarrista, al parque Carlos E. Restrepo para tocar algunas de sus canciones favoritas, como Ojalá de Silvio Rodríguez; también interpreta desde música de Cámara hasta folclor colombiano, pasando incluso por baladas románticas. Cuando el ambiente rebosa de gente, se escuchan los cantos y el ánimo se vuelve efusivo. Ferney y sus compañeros de Adicción Azul no se quedan en una sola parte, sino que se mueven por toda la ciudad. Como dice en Señuelos, una de las canciones de la banda “si no sabes a dónde ir, es mejor regresar. Pero si ya lo sabes, apúrate.”

 

 

Una historia con sentido solidario

Por: Diana Carolina Zúñiga

 

 

Sara llega, se sienta en el piso, saca la escalera de la nutrición y se pone a jugar con los 8 niños que hay en la casa, cada visita es diferente, pero llena de aprendizaje, ella es un personaje, más que una profesional es una amiga que logró entrar y hacer parte de mi familia. Dice Doña Lucía soto, sobre la Cogestora de Medellín Solidaria que la visita cada mes.

                       

Doña Lucía es una beneficiaría más de Medellín Solidaria, programa de la Alcaldía de Medellín que brinda acompañamiento a los hogares más vulnerables, teniendo como objetivo trabajar para erradicar la extrema pobreza de la ciudad.

 

Soy beneficiaría del programa pero más que eso tengo un compromiso de corresponsabilidad, lo dice cuando recuerda el momento en que firmo su contrato como beneficiaría, un compromiso para asistir a las diferentes ofertas ofrecidas por el municipio. Gracias a esto doña Lucía ha logrado beneficios en salud, educación, nutrición, ahorro, orientación psicológica, emprendimiento, identidad y otros ámbitos que la benefician a ella y a su familia.

 

Gracias a Medellín Solidaria pudo acceder a estudios de decoración con retazos, lo que le ha dado la oportunidad de trabajar como artesana (decoraciones con trozos de tela, croché y bisutería en tela), visualizando un futuro con más y mejores oportunidades. No estoy de acuerdo con que a la gente todo se lo regalen, las cosas pierden su valor, para nosotros fue bueno haber llegado al programa, ya que no conocíamos que en la ciudad existen tantas ofertas, ahora estamos mejor informados. Lucía Soto

 

¿Cómo llegó al programa?

Un día alguien toco su puerta, sin imaginar que a sus manos llegarían grandes beneficios para ella y su familia. Doña Lucía hacia parte de “Familias en Acción” de Acción Social, de donde obtenía un subsidio de escolaridad y nutrición para sus hijos. Gracias a esto había una iniciativa para recibir una primera visita del programa, Una visita que ha marcado su vida, de donde siempre ha recibido grandes beneficios para toda la familia.

 

Ha sido una lucha constante, hemos logrado algo que no se logra en muchos hogares: ser una familia completa a pesar de las dificultades, todos somos desiguales pero estamos siempre ahí, todo esto lo hemos logrado gracias a las visitas del programa, especialmente por Sara, que siempre está guiándonos y encontrando soluciones sin desespero. Para doña Lucía Medellín Solidaría ha logrado unir y consolidar cada vez más a su familia, un programa que se ha convertido en guía para mejorar su calidad de vida, un programa que un día toco su puerta para enseñarle un camino. 

 

 

Recuerdos que marcan

El día esta lluvioso y oscuro, doña Lucía recuerda tres momentos que han marcado su vida, es el año de 1983 donde es obligada a dejar Cocorna, tierra natal donde había tenido a sus tres primeros hijos, donde tenía todo lo que había conseguido con su esposo, pero donde una situación más de violencia la obligaba a dejar todo atrás para buscar en la ciudad nuevas oportunidades.

 

Con sus tres hijos, su esposo y en embarazo de su cuarta hija llegan a Medellín. Allí una nueva situación volvería a marcar la historia de su familia, nuevamente se veía obligada a salir de la ciudad con sus hijos, pero esta vez por amenazas de muerte de su esposo, debido a los problemas de drogadicción que tenía. Huyendo de esta situación llega al municipio de Apartado donde al igual es obligada a salir.

 

Lo más duro no es dejar las pertenencias materiales, sino el desarraigo que se sufre, el tener que salir corriendo y volver a empezar, sin saber cómo llegar a un lugar desconocido con los hijos, además sin saber dónde se va a llegar. Dice doña Lucía, quebrando su voz y fijando la mirada al frío cielo.

 

 

 

Una nueva esperanza

Por: Lizeth Cano Mesa

 

Farmacodependencia y alcoholismo son serios problemas que desde hace muchos años afligen a nuestra sociedad. Mediante la constante y diligente labor de los Terciarios Capuchinos a Colombia, se han impulsado nuevas alternativas para dar solución a estos problemas de adicción, al igual que trastornos de comportamiento, presentes tanto en niños como en jóvenes y adultos. 

 

 

Al cabo de su jornada de estudio, Lucas Osorio Valencia, un joven de 18 años de edad, llegaba exhausto a su casa, se dirigía a su cuarto y buscaba debajo de la almohada los gramos de reserva de perico que conseguía, para darse rápidamente un ´pase' antes de dormirse.

 

Sin embargo, el pasado 14 de abril del 2010, por petición de su familia y luego de considerar la posibilidad de mejorar su calidad de vida, ingresó a la Comunidad Terapéutica Convivencial Luis Amigó. “Ha sido algo muy duro porque no tengo mucho contacto con mi familia y en la medida en que cambio, quiero compartirlo con ellos… La comunidad sirve para elaborar duelos, porque no se debe llorar sobre la leche derramada, sino responsabilizarse”, agrega Lucas Osorio, con el ánimo de resaltar el cambio que ha tenido gracias a la intervención del equipo profesional que conforma la Comunidad.

 

En 1928 fue fundada en Colombia la Provincia de San José de la comunidad de los Terciarios Capuchinos. En vista de la demanda que ofrecía el “modelo amigoniano” inicialmente en Bogotá, cuatro años más tarde fue creada en Medellín la Comunidad Terapéutica Convivencial, ubicada en el corregimiento de San Cristóbal. En efecto, con su labor se hace énfasis en la formación y prevención del consumo farmacodependiente, dado en jóvenes y adultos, que se encuentren vinculados a un núcleo familiar, explica Raúl Zapata Abadía, coordinador de Convivencial, quien trabaja desde hace 20 años como laico amigoniano.

 

Edwin Alonso Patiño Montoya, de 32 años de edad, es egresado de la FUNLAM y actualmente operador calificado de la Comunidad Terapéutica Convivencial. También hace parte de las personas que, gracias al trabajo de las fundaciones orientadas por los Terciaros Capuchinos, ha logrado salir adelante y formar parte del grupo de profesionales que opera con autoridad para la rehabilitación de jóvenes y adultos.

 

Tras haber ingresado el 22 de marzo de 2006 a la comunidad terapéutica y durante 7 meses que estuvo allí, pudo identificar las diferentes problemáticas que hicieron aflorar su adicción, y gracias al apoyo de sus familiares y de los terapeutas, pudo salir adelante con sus proyectos. “Me di cuenta de que no había nacido para ser un perdedor y mucho menos un alcohólico… La experiencia en la Comunidad partió mi vida en dos: hoy soy lo que no logré ser en 28 años de mi vida”, expresa.

 

La pasión por el ser humano se evidencia en la tenacidad con que los Terciarios Capuchinos buscan reivindicar la dignidad de las personas que han caído en adicciones, problemas de conducta y rechazo social. Precisamente, la Comunidad fundada por José María Amigó y Ferrer, el 12 de abril de 1889 (Valencia- España), desde su origen ha tenido el fin de brindar apoyo a personas con carencias afectivas, familiares y sociales, afloradas inicialmente en conductas delictivas. Narra el Padre José Wilmar Sánchez Duque, rector de la FUNLAM y Terciario Capuchino.

 

Luego, agrega “Esta realidad (delincuencia, adicción, depravación social) desató en Amigó un compromiso a partir de su ver, interpretar y sentir; para dar al mundo otra manera de ver la vida y dar respuesta a lo que la realidad ha suscitado”.

 

En los talleres dirigidos por las fundaciones capuchinas, se brindan herramientas de autoevaluación y ayuda psicoterapéutica, donde se vincula al adicto y a su familia, orientando sus dimensiones corporal, emocional, espiritual y cognitiva. Se realizan procesos de desintoxicación física, donde se motiva a la integración de las personas en ambientes sanos.

 

  

 

Morelia Piedrahita de Álvarez, madre de Omar Andrés Álvarez, pertenece al grupo de apoyo en el proceso de reinserción de Convivencial. Dice que su hijo resultó implicado con todo tipo de sustancias psicoactivas, aunque también, era adicto a los juegos de máquinas. Narra cómo Omar Andrés, tras la muerte de su esposa, se sumió completamente en el consumo de las drogas, convirtiéndose en un hombre mentiroso, apático e irresponsable. “Llegó un momento en el que no le importaba nada; decía mentiras, no aportaba económicamente, incluso llegó a robarme; se encerró en sí mismo y no dialogaba con nadie”.

 

Ahora, Omar es un hombre nuevo. Trabaja y reconoce la importancia de la Comunidad en su vida. “Conocer una de las fundación de los Terciarios fue un milagro de Dios”. Finaliza su relato Morelia, con una mirada complacida Y serena.

 

Según el padre José Wilmar Sánchez Duque, “el aporte concreto de las Fundaciones capuchinas a la sociedad es formar seres humanos capaces de proyectarse, pues el compromiso social que tenemos no es sólo la rehabilitación, sino la re-educación de las personas”.

 

De esta manera, es evidente cómo se ha logrado la reconstrucción del tejido social a partir de cada individuo; todo esto, con el enfoque de “dar más de lo que se puede dar, lo que se puede traducir en amor misericordioso”, como anota el padre rector de la FUNLAM, José Wilmar Sánchez Duque.

 

 

Blanca Hoyos, una historia como ventera informal

Por: Diana Carolina Zúñiga

Reportaje

 

 

El espacio público está representado como una oportunidad para miles de ciudadanos, algunos lo ven como punto de encuentro para el disfrute y recreación, otros como un lugar transitorio y una gran parte como medio de sustento para salir adelante.  

 

Blanca Mariela Hoyos, es una de esas personas que a través de sus ventas informales utiliza el espacio público para conseguir el sustento de su familia.   Hace 25 años vive en Medellín, luego de decidir abandonar su tierra natal Santuario Antioquia, por ver en la ciudad una oportunidad para mejorar su calidad de vida. Un sueño que solo podo materializar por medio de ventas informales en el centro de Medellín.

 

Carabobo con Ayacucho es el punto donde ha trabajado durante 23 años, ofreciendo a sus clientes diferentes productos que logran satisfacer una necesidad inmediata: ropa, juguetes, zapatos cacharrería y libros. Este último ha sido su producto estrella por más de seis años.

 

Blanca defiende y admira su labor, a la que llega a diario en compañía de su esposo Jaider de Jesus Quirama, luego de despachar a sus cuatro hijos para el colegio. La mercancía que ofrece está entre los mil y 5 mil pesos, de donde debe dividir para sus ganancias y recaudo para su próxima inversión.

 

Su mezcla de alegría y de melancolía refleja el camino que ha tenido que vivir como ventera informal, los momentos altos y bajos como ella los denomina son esas situaciones que la hace creer en un futuro mejor para sus hijos y su esfuerzo diario le muestra la lucha incansable que ha tenido que vivir.

 

Mirar doce años atrás es recordar que para los venteros informales cualquier objeto era símbolo de defensa contra la policía y Espacio Público, donde veían la posibilidad de correr y huir para poder esconder la poca mercancía que les quedaba. Hoy gracias al trabajo que las dos últimas administraciones realizaron, Blanca sigue aprovechando el espacio público y espera lograr mejores oportunidades para ella y su familia. 

 

 

Matrimonio gay al filo de la legalización

Los derechos y deberes son de todos

 

Reportaje

Por: Alejandra Tejada Tamayo

 

 

Historia

Los continuos cambios que tienen las comunidades, han hecho crecer y generar nuevos grupos sociales con múltiples tendencias, una de ellas es la inclinación hacia personas del mismo sexo, que comenzó en su gran ola a finales del siglo XX, por algunos grupos sociales que propiciaban la libertad sexual y la convivencia en pareja, basada en el afecto y un proyecto de vida en común.

 

Las uniones homosexuales son antiguas, siempre han estado en nuestras sociedades, aunque no de modo generalizado sino afectando directamente al sujeto, por tratarse de escoger una orientación sexual diferente a la que escoge la mayoría de los individuos de su género.

 

 

La intolerancia, el rechazo y la falta de apoyo, han hecho que muchas personas se sientan cohibidas y no expresen sus verdaderas tendencias sexuales. Las comunidades católicas son las que albergan más creyentes y están en contra de este tipo de situación, por esto las personas y los grupos sociales no aceptan esta condición humana.

 

A medida que pasa el tiempo, el actuar de las personas es más libre y existe mayor libertad de expresión y de pensamiento. Las culturas y las creencias son diferentes, y sus posturas ya no son tan conservadoras sino liberales. Este tipo de acciones sociales, ha permitido que el tema de la homosexualidad se amplíe hasta tocar diferentes países, así el matrimonio gay ya es aprobado en diferentes partes del mundo.

 

El primer matrimonio aprobado por ley se realizó en los países bajos en 2001 y se realizó una reforma al artículo 146 del Código Civil local, en lugar de definir al matrimonio como la unión libre de un hombre y una mujer, se establece como la unión libre de dos personas. Otros países también se han unido y han aprobado esta petición, algunos de ellos son Bélgica (2003), España y Canadá (2005), Sudáfrica (2006), Noruega y Suecia (2009), Portugal, Islandia y Argentina (2010).

 

Situación actual en Colombia

El 7 de febrero de 2007, se produjo el fallo de la Corte Constitucional que permite a las parejas del mismo sexo los derechos patrimoniales y les admite inscribirse en una relación conocida como "unión libre", siempre y cuando estas convivan durante dos años.

 

En Colombia, el matrimonio gay no se ha legalizado, pero la Corte Constitucional determinó el pasado 20 de junio de 2011, que las parejas homosexuales constituyen familia y otorgó un plazo de dos años para que el Congreso de la República comience a crear los mecanismos necesarios para legislar sobre el tema, según informó Eltiempo.com.

 

Lo que se espera con esta reforma, es que las parejas homosexuales gocen de los mismos derechos que una heterosexual. Podrán casarse y gozar de todas las prerrogativas derivadas de su unión, como la de adoptar o concebir mediante reproducción asistida, heredar, acceder a cobertura médica o cobrar pensiones por viudez y licencias por nacimiento o matrimonio.

 

Una de las personas interesadas en la aprobación de la ley es Clara Marín, que convive con su pareja desde 2005 y desea casarse por la iglesia y obtener todos los beneficios que esto conlleva. “Adoptar un bebé es el mayor anhelo que tenemos, pero estamos seguras que la crianza no sería fácil”, indica.

 

Jairo, es otra de las personas que está de acuerdo con la aprobación de la ley. “Salir del closet, como se dice, no fue fácil, mi familia es muy católica y conservadora, casi no lo podían creer cuando comenté mi situación, pero con los años la tensión ha bajado y hay un poco más de aceptación”. Jairo tiene una relación con un joven de 20 años y afirma “la edad no ha sido un impedimento, nos queremos y vamos a luchar por esto” afirma.

 

Diego Medina, Sacerdote de la parroquia San Cayetano del barrio Aranjuez, indica que “esta situación no la considero un pecado, las personas no eligen ser gay y por eso no hay que juzgarlas, creo que ante Dios no es malo tener esta tendencia sexual”.

 

Además, Diego reconoce que a las personas católicas, y en su mayoría los adultos, les cuesta entender y aceptar este tipo de situación, ya que sus creencias van en contra de esta clase de relaciones.

 

Lo que se espera

Después de varios debates en la Corte Constitucional, se espera que el próximo 20 de junio de 2013, el Congreso de la República apruebe el matrimonio gay, si pasado este tiempo no se ha creado ninguna ley, "las parejas homosexuales podrán acudir ante un notario para legalizar su unión", afirmó el magistrado Juan Carlos Henao, presidente de la Corte.

 

Si para 2013, la decisión del Congreso de la República es positiva, Colombia se convertiría en el segundo país de América Latina en reconocer el matrimonio gay, después de Argentina.

 

 

La ingeniería ha hecho bastante por Antioquia, pero falta todavía más

Los ingenieros de Antioquia gozan de prestigio por su desempeño político y empresarial. ¿Pero cuál ha sido su participación en la ejecución de las grandes obras publicas de la región?

 

Por: Natalia Marín Patiño

Correo: natalia.marinpa@amigo.edu.co

 

 

Los profesionales de la ingeniería en Antioquia, a lo largo de la historia, han adquirido una notoriedad particular frente a otros gremios en el departamento. Además se han destacado por su participación activa en cargos públicos y de impacto social. Sin embargo las grandes obras públicas en Antioquia en los últimos 25 años no han sido ejecutadas por los ingenieros de esta región, sino que se recurrió al conocimiento externo para su construcción.

 

Muestra de ello, es el Sistema de Transporte Masivo Metro de Medellín, inaugurado en  1995. Esta obra, reconocida como emblema del tesón y la pujanza paisa, orgullo de los antioqueños, fue realizada por el Consorcio Hispano Alemán CHA, conformado por empresas españolas y alemanas, como: Acciona, Fomento de Construcciones y Contratas, Atensa (que adquirió Alstom), Siemens AG, MAN SE y Diwing. También el Ferrocarril de Antioquia, el Metrocable, el Túnel Fernando Gómez Martínez y la Central Hidroeléctrica de Guatapé se unen a la ejecutoria extranjera en proyectos de ingeniería  predominantes en el departamento.

 

No obstante, sobresale la participación que han ejercido los ingenieros de Antioquia en el sector empresarial. Uno de los ejemplos más claros se le atribuye a Nicanor Restrepo Santamaría, ingeniero administrativo de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional, quien en el liderazgo del llamado Sindicato Antioqueño fue considerado un estratega en el manejo de recursos financieros a la cabeza de compañías como Suramericana de Seguros. Asimismo es de resaltar los logros que obtuvo el ya desparecido ingeniero Fabio Rico Calle, conocido como uno de los más importantes hombres de la industria Colombiana, liderando la Empresa Nacional de Chocolates, uno de los grupos económicos más poderosos del país.

 

A este fenómeno se le suman los ingenieros  que, con el paso del tiempo, han engrosado la lista de gobernadores de Antioquia, como Pedro Nel Ospina, José María Villa, Camilo C. Restrepo Callejas, Fernando Panesso Serna, Guillermo Gaviria Correa y Álvaro Villegas Moreno, actual presidente de la Sociedad Antioqueña de Ingenieros y Arquitectos de Antioquia (SAI). Este grupo de ingenieros, según Ana María Gaviria Duque, directora ejecutiva de ésta asociación,  “ha sobresalido por su pensamiento crítico, racional y administrativo a la hora de detectar y solucionar problemas que aquejan a la población de Antioquia”.

 

Para Luis Fernando Vargas Cano, ex decano de la Facultad de Ingeniería de la Fundación Universitaria Luis Amigó, obras como el Puente de Occidente recuerdan el significado que los profesionales de la ingeniería tienen para Antioquia. “Puesto que desde sus inicios la ingeniería se ha propuesto dejar precedentes, hechos comprobables y trabajos tangibles que ayuden a disminuir la desigualdad social, a  optimizar la calidad de vida de los pobladores y así, poder  contribuir con el progreso de la infraestructura y la transformación de la región”.

 

“Sin embargo, ha faltado incorporar a las visiones del desarrollo la perspectiva de las ciencias sociales, para tener una mirada más amplia e integral de toda este serie de procesos. También han exagerado el culto al cemento, a las megaobras como sinónimo de avance y se ha descuidado mucho la parte social, lo que explica el hecho de que Antioquia sea el departamento con los indicadores más altos de violencia de diversos tipos e inequidad social”, afirma Jhon Jaime Correa Ramírez,  profesor de Historia y magíster en Ciencias Políticas.

 

El vicedecano académico de la Facultad de Minas, Moisés Oswaldo Bustamante Rúa asegura que la ingeniería ha permeado todos los espacios de la sociedad. “Es un elemento clave en la modernización de la región, pues va un paso adelante en la edificación de futuro y desarrollo del país”. Para él sería irresponsable no cumplirles a las necesidades de la ciudad y sus municipios. Una opinión que apoya Carlos Alberto Palacio Tobón, vicedecano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Antioquia, quien afirma que la construcción es una industria y, por lo tanto, los ingenieros hacen parte de esa industria proporcionándole estabilidad a la sostenibilidad del país. “La ingeniería en Antioquia es un modelo ante el mundo de micro y macro proyectos”.

 

“Estamos  atrasados”

Según la directora ejecutiva de la SAI, a pesar del reconocimiento del gremio, aún tiene asuntos pendientes, “el departamento tiene un retraso de más de 25 años en infraestructura vial, debido a que los gobernantes que han tenido el poder no han pensado en ésta como una conexión al mundo. Un factor que, según Duque Gaviria, ha representado para Antioquia la pérdida de oportunidades para convertirse en una de las potencias económicas del país y aumentar la producción de riqueza de manera sostenida y sostenible, con base en la inversión empresarial y en el incremento de la productividad.

 

Para Correa Ramírez, “hay que cuestionar el atraso en materia de vías que acusa una región como la antioqueña, que a punta de dobles calzadas busca superar la improvisación de años pasados”. Este, según el historiador, es uno de los grandes retos de cara a promover la apertura y el desarrollo de nuevos mercados en el medio. Una posición que Héctor Jaime Arias Flórez, ingeniero administrativo de la Facultad de Minas, comparte de cierto modo, pues según el,  la ingeniería  antioqueña hoy se enfrenta a desafíos enormes, especialmente con la adjudicación de los últimos megaproyectos que se han contratado. “Mientras no se caiga en los vicios de la politiquería y la corrupción, éstos profesionales son de los mejores referentes de la ciudad”.

 

El vicedecano Rúa Bustamante asegura “que la academia continúa firme con los elementos precursores de la influencia y  la credibilidad de las que hoy gozan los ingenieros en Antioquia: la ética, la honradez y la rectitud, sumadas a su exigente formación académica siguen estando presentes en cada uno de los proyectos que emprenden”. Principios que, según Rúa Bustamante, han fortalecido su reconocimiento social como una de las actividades más importantes del departamento.

 

Así, como ser uno de los gremios más significativos de la región Antioqueña ofrece poder, oportunidades, posibilidades de lucro, de ascenso social por las vías legales, también ese mismo poder genera responsabilidades, especialmente en materia política, económica, social y ambiental. Según Correa Ramírez, “ese es el equilibrio que tendríamos que buscar en adelante”.

 

 

La planeación de Medellín en sus inicios, hoy sólo es historia

Medellín: una ciudad construida desde la necesidad demográfica, que apenas empieza a generar una visión de desarrollo urbanístico. 

 

Informe especial.

Por: Juan Mauricio Giraldo Olarte

juanmauriciogo@gmail.com

 

 

Paul Wiener y Jose Luis Sert crearon los planos direccionales de la ciudad de Medellín en 1950, en su oficina de arquitectos de la Universidad de Yale, Estados Unidos. La difícil topografía y los desplazamientos hasta esta ciudad llevaron a sus autoridades a pensarla hacia el futuro. Sin embargo, los mismos Wiener y Sert no alcanzarían a ver las dimensiones de la ciudad que hoy tiene más de dos millones y medio de habitantes.

 

“Medellín era una pequeña villa donde ahora es el Parque Berrio y algunos llamados pueblos de indios como es El Poblado”, comenta Juan Pablo Bedoya Molina, historiador de la Universidad Nacional. En ese momento, no se había pensado ni siquiera en la posibilidad de Medellín como una ciudad importante.  Los desarrollos posteriores a la colonia irían dando lugar a una nueva ciudad que, para el siglo XX, por los procesos de industrialización se vería afectada por los desplazamientos hacia la Villa de la Candelaria de Medellín, agrega el historiador.

 

En este punto, se plantea la primera deuda que la ciudad empezó a tener en planeación, ¿Dónde quedarían los espacios patrimoniales y paisajísticos?, como lo comenta el historiador Juan Pablo Bedoya Molina: “la ciudad tumba lo viejo y construye lo nuevo”. Postura que confirma Víctor Racero Sánchez, arquitecto de la Universidad Pontificia Bolivariana, cuando aclara: “en muchos casos no se tiene en cuenta el entorno y se acaba con la biodiversidad, sin hacer reposición de ella o buscar maneras de mitigar un poco los daños. Al mismo tiempo que se da la creación de edificios que no son sostenibles y que lo que hacen es aumentar el consumo de energías naturales”.

 

Al respecto, Cesar Augusto Muñoz Toro, arquitecto de la Universidad Nacional, agrega “en el caso de Medellín se le ha dado la espalda a esta condición (topográfica). Por ejemplo en la canalización del río Medellín y la construcción de vías de carácter nacional a sus costados ha demostrado que no se ha leído el territorio. No se han entendido las principales estructuras naturales de la ciudad. Se le ha dado la espalda a espacios públicos como el Cerro El volador y el Nutibara, a la cuenca de quebradas. Territorios que en otros casos serían los lugares de encuentro, aquí son atracaderos”.

 

Los mismos planos iniciales de Medellín fueron una iniciativa para pensar la ciudad a largo plazo. La arquitecta y docente de urbanismo de la Universidad Pontificia Bolivariana, Juliana Cadavid Olarte, afirma: “para la década de los cuarenta, se contrató a los urbanistas Wiener y Sert quienes propusieron un plan de expansión para la ciudad, llamado “Plan Piloto”, basado en los principios funcionales del urbanismo moderno”. Estos planes urbanísticos no fueron cumplidos a cabalidad como lo confirma Muñoz Toro, quien además aclara que, debido a las necesidades que salían al paso, fue también necesaria una serie de ajustes a los planes de Sert y Wiener.

 

Sin embargo, el único barrio que fue planeado y construido en esa medida desde una planeación fue Laureles, pensado por el Maestro Pedro Nel Gómez, agrega Muñoz Toro.

 

En ese contexto, nace otra de las deudas con la ciudad: planearla y sostener ese plan. Deuda que confirma el ingeniero civil de la Universidad Nacional, Mario Andrés Vanegas Henao, “creo que proyectar una ciudad a futuro es algo complicado, imagino que las intenciones iniciales fueron buenas, pero a medida que pasa el tiempo esas ideas tienen que irse modificando”. Lo que complementa Cesar Augusto Muñoz Toro: “una ciudad al pensarse debe tener una visión a largo plazo que es algo que apenas se está tomando consciencia en Medellín, Colombia se ha desarrollado bajo planes inmediatistas que no tienen trascendencia a largo plazo”.

 

La Medellín que se está proyectando ahora es una ciudad que está planeada. Esto lo confirma Juliana Cadavid Olarte: “creo que los principios del Plan de Ordenamiento Territorial para Medellín (POT) son acertados. Una ciudad incluyente, (…) con equipamientos y espacios públicos de calidad y oportunidades de trabajo para todos”. Sin embargo, el historiador Juan Pablo Bedoya Molina no concuerda con que la ciudad sea tan incluyente, aludiendo al caso de Moravia, “lo que hace la Alcaldía mandando a la periferia a las clases bajas para volverse una ciudad turística resulta algo neoliberal. Sacar la basura para no mostrarla”, refiriéndose a los habitantes de esta zona. “Eso hace parte de un proceso que se llama nuevo norte.  Moravia se ha pensado desocupar después de arreglar la zona”.

 

Para hablar de planeación hay que contemplar muchos elementos que hacen parte de los estudios de urbanismo moderno, lo que complementa Juliana Cadavid Olarte: “el contexto urbano implica una gran cantidad de variables de tipo social, económico, humano, paisajístico, ecológico, etc., que no pueden ser consideradas con tanta ligereza”. Postura que sostiene Mario Andrés Vanegas Henao, que además recalca que no se debe equiparar desarrollo a obras públicas: “las obras publicas mejoran los accesos a las zonas habitables de la ciudad por medio de senderos, escalas, recuperación de parques y en general obras de urbanismo en ese sentido (como parte) estaríamos hablando de desarrollo urbano”. Cesar Augusto Muñoz Toro concluye: “…una ciudad que espere lograr un gran avance se debe enfocar en la construcción del espacio público, la infraestructura y la cultura, no la vivienda como se ha dado en nuestra ciudad”.

 

Otra de las deudas que tiene la ciudad es la de construir ocupando espacio sin verificar que la topografía lo permita, sino que se improvisa. En ese sentido comenta Mario Andrés Vanegas Henao: “en ese afán por crecer se ha empezado a construir en zonas donde geotécnicamente no es adecuado hacerlo como la zona del Poblado y varias urbanizaciones en el municipio de Sabaneta,…se improvisa y en esa improvisación se están cometiendo errores”. Postura que niega la arquitecta Ángela Álvarez López quien aclara: “en los (…) planes se deben conversar con la comunidad y el arquitecto entra  (a diseñar el espacio) con todas las variables técnicas que piensa la comunidad. Se piensa en una prefactibilidad, se espera que haya una buena apropiación del proyecto desde los inicios. En ese punto, la gente cuida más de esos espacios, no cómo antes que la administración creaba espacios de nadie, pero ahora la gente siente el proyecto como suyo (...) Ahora se tiene en cuenta la visión de los habitantes…”

 

Hay ciudades que se han planeado desde una perspectiva modernista, pero según Juliana Cadavid no han funcionado como es el caso de Brasilia pensada por Oscar Niemeyer y Chandigarh: que trataron de definir una “correcta planificación de la ciudad”, pero que ven ciertamente el error de su planteamiento al ignorar geografía, cultura y otros fenómenos.

 

Para pensar una nueva Medellín, que apenas esboza una visión de desarrollo en los reconocidos POT, muchos se lanzan a soñar una Medellín ciertamente utópica. Ángela Álvarez, enuncia: una ciudad de “gran inversión pero equitativa en cuanto los sectores”. Mario Andrés Vanegas Henao rescata: “el desarrollo de una ciudad está en las vías y en los medios de transporte”. Victor Racero Sánchez piensa en una ciudad que rescate el valor del patrimonio y la biodiversidad. Carlos Augusto Muñoz Toro comenta: “cada ciudadano debe poseer diez metros cuadrados de espacio público, en Medellín poseemos cuatro metros cuadrados… no es sacrificar (la naturaleza) es adecuar, cuando hablo de la construcción de espacio público habló de la adecuación de los espacios no de llenarlos con edificios, un parque es un gran soporte verde con senderos”. Finalmente, Juan Pablo Bedoya Molina manifiesta que se deberían detener los procesos de urbanización y tener mayor inversión social.

 

Finalmente, después de mirar la ciudad de Medellín que fue, la Medellín que es hoy y la Medellín que soñamos, se confunden muchos elementos. Elementos que son imágenes que vemos plasmados en los restos del patrimonio que fue el Ferrocarril de Antioquia, que limita con la obra arquitectónica moderna que es La sede Administrativa La Alpujarra. Vemos bellos parques cerca a la Universidad de Antioquia, que están al lado de las zonas pobres de Moravia. Vemos grandes edificios en El Poblado, hermosas casas coloniales en Prado Centro, olvidadas en el tiempo. Vemos las casas más rudimentarias al lado del río cuando montamos en Metro. Esa es la ciudad de los contrastes, donde convergen la planificación, la construcción al paso de la necesidad y la desigualdad urbana.

 

 

Historia de una víctima de la guerra sucia

Primera parte

Por: Carolina Estrada Mesa

 

Pocos conocen el drama de los hijos de los militantes de la Unión Patriótica, que por intolerancia tuvieron que crecer sin sus padres. Sin embargo, hoy luchan por la reivindicación de su memoria, asumiendo el deber de asegurar el porvenir de las ideas por las cuales ellos murieron. 

 

Alejandra Gaviria Serna es hija de un militante de la UP asesinado hace 24 años. Ella, a través de su trabajo, asumió la responsabilidad de sacar de la invisibilidad social el caso de su padre y el de otros colombianos que perecieron en las mismas circunstancias.

Y es que la persecución contra el movimiento político Unión Patriótica (UP), y el Partido Comunista Colombiano (PCC), su componente mayoritario, desencadenó un exterminio ideológico dejando miles de muertos, huérfanos, viudos y exiliados. Pese a la magnitud de los hechos,alrededor de estas muertes se produjo un mutismo que dio lugar a tergiversaciones sin posibilidad de reivindicación.

 

Crecer en el silencio

Alejandra perdió a su padre Francisco Gaviria Jaramillo cuando tenía cinco años de edad.Producto de este hecho, tuvo que trasladarse en 1987 con su mamá María Josefa y su hermana Manuela, de siete años, a Bogotá, “sin conocer a nadie, sin trabajo y sin absolutamente nada”, recuerda.

 

Llegaron a vivir a un barrio donde había personas con historias similares a la suya, “con reglas de convivencia distintas”, por el estigma que rodeaba a los militantes de la UP quienes eran percibidos como la extensión política de las FARC; por eso, no podían comentar con cualquiera lo que les había ocurrido.

 

A los18 años Alejandra decide junto con su hermana, incluir a su padre en el caso colectivo No. 11.227, una demanda contra el Estado presentada por la dirección de la UP, la Corporación Reiniciar y la Comisión Colombiana de Juristas ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).  En éste también hacen parte 1.163 miembros de la UP ejecutados extrajudicialmente entre 1985 y 1993, 123 personas desaparecidas por la fuerza, 43 personas que sobrevivieron atentados y 225 personas que recibieron amenazas durante el mismo período.

 

Hoy, cada una de sus  decisiones está vinculada con su experiencia; por tal razón, esta historiadora y antropóloga visual trabaja en proyectos relacionados con  la reconstrucción de la memoria.El punto de partida, la fascinación de utilizar el arte para intervenir en problemas sociales  y su deseo de querer construir un país a partir de la verdad, “una verdad con su memoria” enfatiza.

 

Hace parte del movimiento Hijos e Hijas por la Memoria y Contra la Impunidad,organización social conformada por víctimas de diferentes memorias, que surge a partir de la búsqueda por reivindicar un pasado particular de la historia del país, así como por la exigencia de que las prácticas de aniquilación y exterminio de las organizaciones de oposición no se repitan y no queden en la impunidad. 

 

Quién era Francisco Gaviria

Francisco Gaviria Jaramillo formó parte del Partido Comunistadesde joven. Fue miembro del Comité Regional de la Juventud Comunista (JUCO) en Antioquia, en los años setenta fue enviado a Alemania a estudiar Filosofía y Economía, posteriormente, entra a militar en la Unión Patriótica participando en actividades académicas, políticas y culturales.

 

 

Con 32 años de edad, próximo a terminar su carrerade Comunicación Social en la Universidad de Antioquia, se encontraba adelantando las prácticas universitarias, en la Cooperativa de Trabajadores de Simesa,ubicada en la Calle 57 Nº50-32, en el Centro de Medellín.

 

De acuerdo con Alejandra, antes del medio día del 9 de diciembre de 1987, un grupo de hombres, armados y vestidos con prendas militares, entraron a la oficina del sindicato donde Francisco se encontraba, cuando llegaron a él, lo sacaronde manera forzada a la calle mientras éste gritaba: “me llamo Francisco Gaviria, soy de la Unión Patriótica, me van a desaparecer, me van a asesinar, por favor hagan algo”.Pero nadie hizo nada, lo montaron a uno de los carros y se fueron. 

 

Alejandra explica que su papá sabía exactamente lo que le pasaba a los retenidos.El gran temor, “no volver a saber nada de ellos porque ese era  el mayor sufrimiento para las familias”.

 

Conocida la noticia comenzó la búsqueda de Francisco. Uno de sus hermanos hizo averiguaciones en la Cuarta Brigada, donde dos soldados afirmaron haber visto entrar dos carros que coincidían con la descripción dada por los testigos de los hechos, pero cuando fueron confrontados por el comandante de la brigada, se retractaron.

 

Al otro día, el cuerpo de Franciscofue encontrado en la loma del Chocho en el municipio de Envigado, Antioquia con visibles signos de tortura. Para Alejandra fue muy difícil aceptar la forma cómo fue asesinado, “pero nuestra tranquilidad fue que apareció y en ese sentido fuimos afortunadas”.

Francisco hizo parte de una lista de diecisiete universitarios, entre profesores y estudiantes de la Universidad de Antioquia, asesinadosese mismo año, por causa de su afiliación política.

 

Historia de una víctima de la guerra sucia

Segunda parte

Por: Carolina Estrada Mesa

 

Una disputa negada

En mayo de 1985, nacía la Unión Patriótica como resultado del proceso de negociación adelantado entre el gobierno del presidente Belisario Betancur Cuartas y el estado mayor de las Fuerzas  Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). El pacto significaba una salida pacífica al conflicto armado, pues los Acuerdos de La Uribe, establecían  un período de prueba para que sus integrantes pudieran organizarse política, económica y socialmente, mientras el gobierno otorgaba las garantías pertinentes.

 

 

Este movimiento, con carácter pluralista en lo ideológico, político y religioso, acogió militantes de izquierda, liberales, conservadores, sindicalistas e intelectuales que creían con convicción en la democracia como salida al conflicto armado. No obstante, según Gilberto Barragán Ávila, ex docente de la Universidad Nacional, también había gente dentro de la izquierda, que pensaba que “había que emplear todas las formas de lucha, incluyendo la armada”.

 

 

El libro Memoria Narrada, El genocidio político contra la Unión Patriótica, de Iván David Ortiz Palacio, expone que en las elecciones de 1986, la UP fue un fenómeno político electoral al obtener nueve curules y tres suplencias en el Congreso de la República, una decena de diputados regionales, más de 350 concejales en los municipios y 14 alcaldías. Sin embargo, sus miembros comenzaron a ser blanco de ataques violentos.

 

En un periodo de dos décadas más de 5 mil de sus militantes fueron asesinados, entre ellos, 13 parlamentarios, y dos candidatos presidenciales, Jaime Pardo Leal y Bernardo Jaramillo Ossa, en 1987 y 1990 respectivamente.  Iván Cepeda Castro plantea en el artículoGenocidio Político: El Caso de la Unión Patriótica en Colombia, que las constantes violaciones a los acuerdos, hicieron que se rompieran las negociaciones.

 

“Los miembros de la UP quedaron en una situación de alto riesgo”, expresa Cepeda, pues al ser acusados abiertamente de ser portavoces de la insurgencia armada, los organismos estatales no les brindaron ninguna protección efectiva, comenzando así un proceso de exterminio sistemático por más de veinte años.

 

Otro factor que influyó fue el del narcotráfico.“Los paramilitares y la mafia comenzaron a unirse”, apunta Barragán Ávila, quien asegura que tambiénalgunos sectores del gobierno apoyaron la creación de grupos al margen de la ley como el MAS (Muerte a Secuestradores) y el MRN (Muerte a Revolucionarios del Nordeste), comenzando una  “racha de asesinatos, basada en el exterminio de la guerrilla y todo aquel que compartiera su ideología”.

 

Reconocimiento del genocidio

Tanto Alejandra, como otras víctimas y sobrevivientes del exterminio, esperan que el Estado aclare su responsabilidady participación. Su lucha, está orientada a que el caso de la UP  sea denominado como un genocidio por razones políticas. Sin embargo, Milton Rojas Betancur, magíster en Ciencias Políticas, considera que jurídicamente, “el caso de la UP sería una violación de derechos humanos”, pues el Estatuto de Roma, creado por la Corte Penal Internacional, establece que solo se reconoce cuando se pretende o se extermina un grupo nacional, étnico, racial o religioso, “categorías en las cuales difícilmente podría incluirse un partido político”.

 

El Estado, argumenta ante la  CIDH que no debe admitir el reclamo de genocidio, porque los hechos presentados “no se encuadran dentro de la definición de ese tipo de violación”, además la causa no puede ser considerada admisible porque “no se ha establecido una conexión suficiente entre las víctimas y los hechos”. 

 

Para la historiadora Gloria Mercedes Restrepo Arango, en Colombia existe una tradición de exterminio de las minorías disidentes, “las fuerzas políticas de derecha no admiten otras corrientes”.La misma opinión comparte la abogada especialista en derechos humanos Adriana Arboleda Betancur, quien afirma que a la UP “le aplicaron métodos de terror una vez demostró que era una fuerza política fuerte”.

 

Pese a que el término genocidio todavía no es aceptado, Arboleda Betancur explica que es un avance que se hable de exterminio porque “el límite jurídico entre uno y otro es mínimo”. Asegura que hubo omisión activa por parte del estado, al “crear las condiciones para que eso pasara”, por tanto,  debe haber una responsabilidad penal pues “alguien tiene que responder por estos asesinatos”.

 

Reivindicando la memoria

La ley 975 de 2005, ley de justicia y paz, significó un duro golpe para Alejandra y para todos los sobrevivientes, “sentimos que era el sello que le faltaba a la impunidad en este país, porque con esto nos quitaban la posibilidad de que se hiciera justicia”, por eso decidió junto con otras víctimas, que si no iba a existir una  verdad judicial, iban a contar su historia para que existiera por lo menos una verdad social.

 

Confía que su dolor sirva como instrumento para lograr sacar del olvido y la tergiversación pública lo ocurrido con la UP,a través de conmemoraciones, actividades  culturales y  académicas que invitan a la reflexión.  No le interesa ser una mártir ni exponerse porque conoce bien la historia, simplemente hace parte de una generación que quiere expresarse y sentar su posición frente al silencio obligado que se ha guardado.

 

Por eso Alejandra, como los otros hijos, está convencida de que hay que construir mecanismos de no olvido, de memoria y de reparación, simbólica y social,  porque  después de veinte años “el país no ha aprendido la lección que tenía que sacar y todavía no le han servido los muertos que ya hubo”.

 

 

Del bolsillo de un palero apenas sale arena

Por: Ana Isabel Restrepo

Reportaje: Primera Parte

 

 

La informalidad laboral en Colombia es mayor que el desempleo, pero deja de ser tema de preocupación para el gobierno, pues quien recibe algún ingreso no se considera un problema social, así el trabajo se realice en malas condiciones y con muy bajos ingresos, asegura el libro Informalidad laboral en Colombia, de José Ignacio Uribe y Carlos Humberto Ortiz.

 

El conductor de una volqueta prende las luces del vehículo, pasa despacio, intenta llamar la atención, pita para evitar el taco. Agita las manos como dando una orden, y a las señales, salen, cerca de quince hombres, apurados, para alcanzarla. La batalla la gana el más rápido o el más astuto, quien tire la pala primero “se corona la volqueta”, cuenta Álvaro Londoño, un palero de la carrera 65 con calle 52, en el occidente de Medellín, quien conoce la rutina diaria de este oficio, que requiere de “fuerza y paciencia”.

 

Las horas pasan y ningún volquetero para. Ya son casi las dos de la tarde del miércoles y de los 27 paleros que acompañan a Álvaro en La Iguaná, ninguno se ha hecho un solo viaje: “un día más, que ni para el almuerzo hubo”, dice David, de 65 años, uno de los paleros más viejos del sector, amigo de Álvaro hace 22, y quien recuerda el primer día de trabajo en este oficio “al pelado negrito y flacucho que llegó al barrio con pala en mano, se sentó tímido y aprendió en una semana a correr para alcanzar las volquetas, hacer los viajes rápido para hacer más en el día”. Era Álvaro quien, hoy a sus 54 años, ya no es como en ese entonces.

 

En este oficio no hay pasatiempos, se pasan el día sentados en una improvisada banqueta que sirve de asiento para varios de ellos, en las aceras y las barandas del puente, sin desamparar su pala, pasan tantas horas al día juntos, que llega un momento cuando no saben qué más decir, sus voces desaparecen y son remplazadas por el ruido de los carros que circulan todo el tiempo en la 65 en inmediaciones del barrio La Iguaná. Llevan la ropa más vieja, un par de botas desgastadas, el aspecto de estar empolvados todo el tiempo y las manos llenas de callos, representan un oficio que se ejerce entre escombros, arena y las variaciones del clima que soportan a diario y les ha dejado secuelas en sus rostros. 

 

Sus familias

Las familias de estos hombres son grandes, se componen de los abuelos, la esposa, hijos y nietos, muchos de ellos sostienen solo con este oficio a todas esas personas y apenas algunos, como Salvador, tienen otra entrada: una casita en arriendo en La Iguaná. Además, su esposa trabaja de empleada interna en una casa y representa un beneficio económico para sostener a la familia, pero le deja más responsabilidades a Salvador que debe despachar a sus nietos a la escuela antes de salir desde Manrique Oriental a trabajar con su pala.

 

 Para Álvaro Londoño, la educación que alcanzo a ofrecerles a sus hijos no fue suficiente para salir adelante y hoy componen la lista de desempleados. “El bachillerato no sirve para los pobres, la falta de oportunidades tiene a mis hijos por mal camino, mi hija ya tiene dos hijos, y el hombre camina por la calles por vicio y con malas compañías”. Ahora tiene puestas sus esperanzas en los nietos, por quienes dice trabajar todas las mañanas, para poderles ofrecer comida y techo.

 

“Cuantitativamente la informalidad es mayor que el desempleo en Colombia. Desde el punto de vista del bienestar social la informalidad es una variable cualitativamente más importante, dado que el desempleo lo sufren más fuertemente los jóvenes, mientras que la informalidad, es una característica de los jefes de hogar y de los cónyuges, de quienes depende la subsistencia de los hogares”, revela un estudio consignado en el libro de José Ignacio Uribe y Carlos Humberto Ortiz, La informalidad laboral en Colombia. 

 

 

Se abren los acordeones, 45 Festival de la Leyenda Vallenata

Por: Arleth Hereira Flórez

Reportaje

 

 

Tres fenómenos ayudaron a masificar el festival vallenato, no sólo en Valledupar, sino en toda Colombia. El primero fue la política de Alfonso López Michelsen, Presidente de Colombia y uno de los primeros gobernadores de esta región. El segundo, la fortuna cultural que le hizo Gabriel García Márquez a la historia de Francisco el hombre y la tercera, la bonanza marimbera que produjeron unos hombres con dinero que impusieron su gusto en la ciudad.

 

El 27 de abril de 1968 se realizó el primer Festival de la Leyenda Vallenata que tuvo como primera sede la casa de la familia Molina Araújo. Desde allí se acostumbra a celebrar este encuentro de acordeoneros desde el 26 al 30 de abril de cada año y que coincide con el día de la virgen del Rosario.

 

Shirley Rico, comunicadora social y presentadora de Telecaribe, dice que “El Festival de la Leyenda Vallenata trabaja, defiende y promueve la autentica expresión folclórica y popular conocida como música vallenata, en sus cuatro aires: merengue, paseo, puya y son”.

 

Estos son los cuatro aires vallenatos en que participan los aspirantes  a los reyes vallenatos, los cuales son divididos en categorías: Rey infantil, Rey juvenil, Rey aficionado y Rey profesional.

 

La ciudad de los Santos Reyes del Valle de Upar  celebra la versión 45 del Festival de la Leyenda Vallenata, certamen que aglutina el interés de todos los colombianos, porque la música vallenata se ha consolidado como la identidad folclórica de una de las regiones más importantes del país. Este año lleva el nombre de “Escalona, el más grande de todos” y se hará un homenaje al maestro Calixto Ochoa.

 

“Es impresionante el número de participantes, son más de 400 compositores que se inscriben en el Concurso de canción inédita. Son alrededor de 200 acordeoneros en cuatro categorías. Un número superior a 60 verseadores. Es el concurso de la piquería”, afirma José Atuesta Mindiola, actual jurado de la Piquería del Festival de la Leyenda Vallenata.

 

Son cuatro días donde la poesía popular de las canciones se siente vibrar en el corazón de los vallenatos y visitantes Además, es un reencuentro con los juglares, esos viejos músicos campesinos,  que todavía viven en el corazón de la montaña o refugiados en los pueblos y vienen al Festival a “parrandear” con sus amigos.

 

Silvio Brito Medina, intérprete de la canción Ausencia sentimental, que es conocida como el Himno del Festival de la Leyenda Vallenata, plantea que este encuentro de acordeoneros y de músicos aparte de ser una fiesta que convoca a todo el país, es la “plataforma de la música vallenata” donde se le da la oportunidad a todos los aficionados y profesionales del acordeón.

 

Además, “este festival es el certamen más completo del país  y esto tiene una connotación especial porque es la música más representativa que tiene Colombia. En este momento los artistas más escuchados son artistas de música vallenata, a la gente le gusta escuchar vallenato, le gusta sentirlo en vivo, le gusta estar frente a frente”.

 

El Festival de la Leyenda Vallenata, fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación, según la ley N° 739 de 2002, este se ha consolidado como el evento folclórico y cultural más importante del departamento del Cesar.

 

David Gil Alzate, profesor de filosofía de la Universidad de Antioquia, opina “el Festival Vallenato es la manifestación resumida y ordenada de la cultura Caribe, aunque no he ido nunca al festival vallenato, siento que allí se reúnen  aspectos fundamentales y constitutivos de esta cultura”.

 

También expresa que le parece injusto que Colombia sólo se reduzca a una sola expresión, cuando en realidad el país tiene muchas expresiones culturales aunque la fuerza del vallenato ha dado acogida a una diversidad de públicos, pero a Colombia se le resume como si fuera sólo Caribe.

 

La fuerza expresiva del vallenato, ha sido intensa dada a la acogida que ha tenido por todo tipo de público, este único elemento obliga al colombiano a informarse de lo que es la cultura Caribe. Basta con retomar un pasaje de Cien años de soledad en el que aparece Francisco el hombre desafiando al diablo y cantándole el credo al revés.

 

Atuesta Mindiola considera que “el Festival de la Leyenda Vallenata es importante por sus difusores y defensores: Rafael Escalona, Alfonso López Michelsen y Consuelo Araujo”. Además que Daniel Samper y su esposa Pilar Tafur,  editaron una antología musical, titulada “Los 100 mejores vallenatos”, y con esto hicieron un aporte importante en la comercialización del vallenato.

 

 

La tarima de cuatro ruedas

Por: Ángelo Arroyave

 

 

Son las 9 de la mañana, el sol calienta el duro asfalto de  Medellín, el tráfico rápidamente aumenta, y  en los rostros de las personas se refleja  su preocupación  por llegar a tiempo a sus  trabajos. Los buses y busetas se encuentran totalmente llenos de pasajeros  y con ellos un intrépido acompañante,  que se sube a este medio de transporte para ganar su sustento, pero al mismo tiempo  alegrar su recorrido al ritmo de las líricas del hip hop.

 

En medio  del bochorno de la estresante capital antioqueña, Mala Kría, diariamente  desde hace seis años,  se trepa por  encima de la registradora de buses de Robledo, Boyacá Las Brisas, Itagüí, Picacho y Castilla.

 

Con pañoleta en la cabeza, ropa ancha y sus clásicos tenis de basquetbol  nike for one ,  Harold Peláez o “Mala Kría”, como se  hace llamar entre sus amigos, está parado al frente de un público que se mueve al son del movimiento del vehículo.

 

Rápidamente saluda a los viajeros  y al pulsar el play de su grabadora suelta un beat, inmediatamente lanza rimas  cargadas de contenido histórico y reflexivo de las experiencias vividas en los barrios populares de Medellín.

 

“Todavía hay muchos prejuicios en la sociedad acerca de esta forma de ganarnos la vida, ya que la gente duda que  esta actividad pueda ser vista como un oficio e ignoran el potencial artístico  que esta detrás  de ella”, dice Mala Kría.

 

Hay gente que lo escucha, otros lo reparan de arriba abajo, pero al final de la presentación siempre hay una expresión de admiración en las personas, y Mala Kría termina diciendo: “Ahí ya con ustedes está el mensaje que este joven artista les quería compartir. Si ustedes realmente creen y consideran que yo como artista merezco su apoyo este mismo será recibido muy gratamente… Dios les ha de pagar”.

 

Este oriundo de Turbo, Antioquia, tiene 22 años y desde 2006 comenzó esta  aventura lejos de la gente que lo vio crecer, para  sacar adelante su  primera producción: A las orillas del mapa. Su objetivo es lograr que su mensaje  trascienda de las tarimas de cuatro ruedas y llegue a los escenarios de los grandes festivales de la ciudad.

 

 

"Lo que como es lo que soy"

Por: Natalia Calle Restrepo

 

 

Muchos fritos, mucho mecato y mucho dulce siguen componiendo la oferta general de la comida a la que tienen acceso la mayoría de los universitarios en Medellín. Frutas, verduras y otras cosas sanas son caras y, en consecuencia, escasas.

 

En las universidades de Medellín la cultura de una sana alimentación todavía no ha llegado, porque en los hogares de donde salen sus estudiantes es una materia en la que no se invierte tiempo.

 

Francisco José Quintero Londoño, dueño de la cafetería La Frutera, en la Fundación Universitaria Luis Amigó (FUNLAM), asegura que los jóvenes no comen saludablemente porque prefieren el exceso de comidas rápidas. "Lo que más compran es papas y arepas fritas y panzerottis".

 

Estefanía Acevedo Palacio, estudiante de quinto semestre de negocios internacionales de la Universidad San Buenaventura, asegura que "en algunas ocasiones en mi casa no hay tiempo para preparar las comidas porque mis padres trabajan. Por eso debo comer en la universidad. Regularmente compro comidas rápidas porque los menús de los almuerzos son costosos y todos los días no puedo consumirlos".

 

La plata

En un estudio realizado por la Universidad de Antioquia y su Escuela de Nutrición y Dietética, llamado "Los imaginarios de alimentación y el peso ideal que construyen los jóvenes", se afirma que "para los jóvenes los hábitos alimentarios están influenciados por factores económicos, pues hay ciertos alimentos que sólo son consumidos por personas de estratos socioeconómicos altos, como son las frutas y las verduras, pues son costosos y por lo tanto escasos en familias de pocos recursos".

 

Las frutas y verduras no están entre las prioridades de un hogar con precariedades económicas, ellos eligen como primera opción alimentos grasosos y harinas por su alta densidad calórica y su mayor permanencia en el estómago, lo que da sensación de llenura por más tiempo, mientras que la mayoría de las frutas son aperitivos y su capacidad de saciedad es poca, asegura el estudio.

 

Para Patricia Quintero García, dueña de la cafetería Sazón y Parrilla, de la Universidad de Antioquia, "comer saludable no es barato, por lo tanto los universitarios, buscando economía, se ven obligados a consumir comida chatarra".

 

Los extremos

Sin embargo, la dieta universitaria no se basa solamente en el consumo de comidas rápidas, también se encuentran quienes no comen y hacen ayuno permanente o quienes comen en exceso.

 

El médico Humberto Gallego Gil, de la FUNLAM, explica que "los jóvenes no saben cómo tener una sana alimentación y esto puede causar trastornos alimenticios como anorexia, bulimia u obesidad, las alteraciones de alimentación y comportamiento frecuentes entre los doce y los 20 años de edad".

 

Poco variada

En la actualidad, el menú se ha ampliado, ofreciendo variadas posibilidades para comer. Sin embargo, las comunidades universitarias de Medellín siguen optando por las comidas rápidas ya que éstas son las preferidas por los jóvenes, porque dentro de sus prioridades está el satisfacer un gusto y calmar una necesidad sin importar las consecuencias que pueda traer una alimentación no saludable, afirma la nutricionista, de la clínica León XIII, Norha Elena Múnera Betancur.

 

"Esto ha sido producto de las actitudes consumistas de las personas que ha conllevado a que se ofrezcan esta clase de comidas con el afán de llenarse rápidamente y de prepararlos en poco tiempo. No se piensa en quedar bien nutrido sino satisfecho rápido", agrega.

 

Esteban Restrepo Salazar, estudiante de cuarto semestre de ingeniería de sistemas del Instituto Tecnológico Metropolitano de Medellín, expresa que, "además de estudiar también trabajo, lo que me obliga a consumir comidas ligeras a causa de mi falta de tiempo".

 

El alimento en la cultura

En la revista Perspectivas en Nutrición Humana de la Universidad de Antioquia, se afirma que "factores como la cultura, la estructura familiar, la edad, la capacidad física, el entorno doméstico y laboral, hacen factibles y adecuadas determinadas formas y condiciones de vida, las cuales influyen sobre los estilos de vida adoptados por cada individuo, entre los que se encuentran los hábitos alimenticios".

 

Es importante que los jóvenes aprendan a tener una dieta balanceada, disminuyendo el consumo de grasas de mala calidad, que se tenga un auto cuidado y se vele por la salud del cuerpo. Lo que se come ahora repercute en el futuro, expresa el médico Gallego Gil.

 

Se debe tener un consumo adecuado de todos los grupos de alimentos en porciones moderadas y aumentar la actividad física. Si se tiene una alimentación nutritiva se previenen enfermedades y se mantiene un ritmo de vida saludable. "Lo que como es lo que soy", agrega.

 

 

El Tango une generaciones 

Fusiones y baile, así perdurará el baile

 

Por: Laura Veláaquez Marín 

 

 

El tango en Medellín es hoy un género musical capaz de unir generaciones, la fusión con algunos ritmos modernos y el baile lograron que los jóvenes se acercaran a la música porteña.

 

El tango en Medellín se ha ido transformando por la fusión de este género con otros, como la electrónica, y por el interés de los jóvenes en bailar y descubrir esta herencia porteña.  Aunque el tango se sigue escuchando en Medellín, se considera que ha perdido la fuerza que tenía hace 40 años.

 

El género que escuchaban los abuelos y padres antioqueños lo están escuchando hoy los jóvenes de la ciudad, gracias a acercamientos que han tenido al género, como el baile y las fusiones con otros géneros musicales, “uno diario ve sobre todo en las familias antioqueñas, en nuestra cultura tradicionalista que una familia de cuatro, cinco personas, de tres hijos, uno de ellos por lo general se inclina por las costumbres musicales de la casa. Ha sido como un eslabón entre la generación anterior y la generación nueva”, comenta el analista musical Gustavo Escobar.

 

Anteriormente el género se escuchaba en cada rincón de la ciudad pero ahora el tango contemporáneo es escuchado por pocos, lo que ha tomado mayor fuerza entre los jóvenes es el baile.

 

Llegada del género a la ciudad

La historia de la música popular en la ciudad y en el país ha sido un sistema de incorporación, “fueron las compañías de teatro español, que nos visitaron en las dos primeras décadas de este siglo, las que nos hicieron escuchar y nos dejaron ver bailar los primeros tangos. Estos eran solo música, puesto que el tango-canción nacería apenas, en 1917”, expresa Luciano Londoño López, Académico Correspondiente de la Academia Porteña del Lunfardo desde 1991 y de la Academia

 

Nacional del Tango desde 1992.

El tango vino con mucha fuerza tras la muerte de Gardel y ahora existe no solo el género musical sino una cultura del tango en la ciudad,  que se convirtió en una importante sede del tango.

 

Es importante resaltar que el tango ha tenido sus buenos y malos momentos, Javier Ocampo, fundador de la Casa Cultural de tango Homero Manzi comenta, “el tango en Medellín ha tenido unas etapas muy espléndidas como fueron las décadas del 70 y el 80, cuando teníamos más o menos de 150 a 200 sitios donde se escuchaban tangos, ha tenido sus etapas de capa caída pero vuelve a surgir. Últimamente, con la realización de los Festivales que auspicia el Municipio de Medellín, se ha despertado el interés por este género pero en ocasiones se ha apagado debido a que no venían agrupaciones importantes”.

 

Carlitos vivirá siempre

Carlos Gardel es considerado como el mayor exponente del género y en Medellín reforzó una cultura musical que estaban sembrando los ciudadanos. Tras la muerte de Gardel el 24 de junio de 1935 siguen existiendo dudas pero sobre todo sobrevive ese gran legado de tango que dejó.

 

Leonardo Nieto, fundador de la Casa Gardeliana y Propietario del Salón Versalles, comenta que, “a los habitantes de Medellín les gusta mucho el tango, yo he sido aficionado pero no un estudioso como ellos. Me pareció muy importante dejar ese legado de Gardel en la ciudad. La Casa Gardeliana me llevó mucho tiempo,  pero finalmente pudimos, en aquella época del 68, inaugurar con el Festival más grande hecho por fuera de Argentina y se creó esta aventura de la casa que ha seguido. Con la construcción de Metroplús, la casa ocupará un lugar importante como referente de la ciudad”.

 

En Guayaquil se quedaron muchos recuerdos

Guayaquil es para los seguidores de tango de la vieja guardia un gran referente que aunque despareció con la industrialización, seguirá en sus memorias intacto, así como el gusto por el tango.

 

 “Y detrás de todo, estaban el tango, Carlos Gardel, Ignacio Corsini, Agustin Magaldi: una especie de torre de Babel llena de música y llena también de cafés pequeños construidos para tomar aguardiente y oír a Bienvenido Granda”, expresa Juan José Hoyos en La Ultima Muerte de Guayaquil.

 

Allí se disfrutaba el tango, se recorrían todos los lugares, llegaban los campesinos en el Ferrocarril y se enamoraban de las letras de esta música porteña.

 

 “La mayoría de la gente piensa que la verdadera puñalada en el corazón para el barrio Guayaquil fue el incendio de la plaza. Algunos han llegado a pensar, incluso, que el fuego fue provocado por una mano criminal, no se puede decir otra cosa: viéndolo así, Guayaquil parece un río caudaloso al que le secaron sus aguas”, agrega Juan José Hoyos.